Al mes de surgir el movimiento 15-M, los perroflautas se apoderaron de la estética de las sentadas, y el mal olor obligó a levantar la carpa en algunos espacios públicos. La primera grieta del despliegue juvenil e intergeneracional en la Puerta del Sol y otras plazas del Estado fue la falta de higiene. La segunda ha sido la violencia verbal y, en ocasiones, física, a las puertas de consistorios y parlamentos. Las escenas de Barcelona, donde se prodigan el insulto y el desprecio a la labor de los parlamentarios elegidos en las urnas, así como la bulla déspota contra los concejales de Santa Cruz de Tenerife el día de la toma de posesión, y la cacerolada nocturna en Madrid a las puertas de la casa del alcalde -“por joder”- contra la decisión municipal de suspender la música en Chueca, resquebrajan la imagen pacífica de los primeros portavoces del movimiento, que se legitimaban de ser la voz de la conciencia de un sistema –una vez acogido el hashtag ‘democraciarealya’- mejorable y perfectible. El peligro de esta revuelta silenciosa era el ruido y el Cojo Manteca de turno. La democracia tiene mecanismos expeditivos para ponerse a salvo de atentados a la libertad del ejercicio público de la política, y, en ese caso, el 15-M quedaría reducido, por una barraganada, a una simple mancha del sistema, aislada en el cordón sanitario que de inmediato se repetiría en todo el país. Es cierto que los jóvenes de Puerta del Sol, que por lo que se ve no han perdido la cabeza, censuraron los incidentes. Indignados contra las malas prácticas de la democracia, ahora toca –en un paréntesis obligado de urgencia- pasar a estar también indignados contra los infiltrados antisistema. O el movimiento irá languideciendo, triturado por quienes lo desprestigian con la ira del nuevo facha ‘okupa’ de la calle sin ley.
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Se veía venir. El problema del movimiento 15-M … que derive o se confunda con un grupo de personas que van donde hay movida, que tan sólo sean un tumulto, una aglomeración de gente que acampa en la plaza por pura diversión, en lugar de hacerlo por principios propios, movidos por un auténtico sentimiento de protesta ante la situación insostenible a la que nos ha llevado la actuación de la clase política.
Te equivocaste, Carmelo. Elegiste en esta ocasión la apuesta equivocada. Cinco días después se demuestra. Esperé pacientemente que pasara el 19 para contestarte. Días atrás preferiste unirte al coro del poder, de los que manejan a los perroporras, de los que obedecen a “los mercados”, a los grandes empresarios y banqueros. No fuiste el único y lo más vergonzoso es cuando incluso se ha llegado a hacer desde un medio público (mira esta muestra: http://www.youtube.com/watch?v=zWgZLmRq6-Y&feature=player_embedded). Uniéndote a este coro quizás contribuiste a conseguir en buena medida el éxito de las manifestaciones de ayer. La gente, ante la evidente manipulación, ante el intento de criminalización (usando infiltrados de la policía para provocar incidentes en las manifestaciones para reprimirlas y desacreditarlas), ya no se acojona, saben que en las acampadas están los que se rebelan de las situaciones que sufren en cada barrio, en cada casa de la gente que sólo puede trabajar, de la gente que sabe lo que es la precariedad laboral y los salarios cada vez más minúsculos, de la gente que pierde su casa porque se la quita el banco al que han de seguir pagándosela… La manipulación informativa, las mentiras que se han lanzado desde los medios, no ha hecho más que hacer crecer la indignación… Es la revolución, Carmelo. Por eso, la credibilidad los medios y los periodistas que sólo saben ser voceros de quiénes hacen sufrir a los más para que unos pocos sigan con sus privilegios. En los medios ya no está la verdad. La verdad está ahí fuera. Ayer, en la calle, decenas de miles de gente que vive en tu ciudad mostraban su hartazgo. Ni un incidente. Esa era la gran noticia y no la presentación en sociedad de un pacto político que, antes de constituirse, ya tiene la oposición de los de abajo, empoderándose… Es la revolución, Carmelo… ¿Sigues preocupado?
Te contesto. Estoy preocupado de la intolerancia que rezumas en cada una de tus palabras. No viene al caso buscar fantasmas entre la gente que, por edad -estoy seguro de que si tienes la mía lo entenderás- luchamos en tiempos de la dictadura contra un personaje que nos premiaba con sesiones de tortura en los calabozos de las comisarías. No tienes ni ‘puta idea’ de lo que representa una revolución. Convienes con gente sana que sí puede alumbrar esos ideales estos días en la calle y que merecen, no ya mis respetos, sino mi completa identificación. No soy un pesebrista, ni un amueblado mental (no señalo), escupo lo que pienso, con entera libertad, la que, entre muchos, contribuí a conseguir en los años 70. Me apena -no sólo me preocupa- el odio que destila la mirada de tu acento, ese acento de falsaizquierda que disimula mal el fascismos de las ideologías cuando, del color que sean, se autodestruyen. Los jóvenes y puretas del 15M (tú no perteneces a ese espíritu, te autoexpulsas con lo que dices) sabe que la autocrítica les salvará a ellos, y a quienes les suceda. Porque este es un movimiento que no empieza y acaba en la actual riada humana. Estoy convencido de que tendrán sucesivos correlatos, hasta desembocar en las metas inevitables de toda evolución histórica. No me caí de un guindo. Vengo de la izquierda realmente revolucionaria que transformó un país Repito: no tienes ‘ni puta de idea’ de con quien hablas. Comparto buena parte de las reflexiones que intercalas. Lástima que recrimines por recriminar a quien o quienes sugirieron al primer síntoma de desgaste y descontrol, la corrección del rumbo. he venido prodigándome en opiniones escritas y habladas sobre el movimiento indignado, proponiendo mesas de trabajo, grupos de debate, think tanks proactivos, con baterias de objetivos, para pasar a la praxis de esta corriente de corrientes, que hagan el océano de ideas que cambie países y continentes en las próximas décadas. No será posible con exhibición tan impulsiva como la tuya de intolerancia y acritud. Imponte un ejercicio de respeto al otro, de comprensión y normalidad en la discrepancia. No todos los periodistas son lobos feroces corruptos e indecentes. Sólo te pido, hacia mi persona y cuantas como yo peinamos canas al lado de los defensores de la libertad, lo que te falta hacia ti mismo: respeto. (Abro este paréntesis para brindarte la lección que otros me dieron en su día. No te angusties viendo fantasmas a tu alrededor. Hay gente que acumula edad, que ejerce un oficio público y puede despertarte mayor o menor simpatía, gente que arriesga todos los días opìnando -te aseguro que es un riesgo no menor-, que puede equivocarse -y a menudo lo hace-, pero que a su vez puede estar de acuerdo contigo aunque lo desconozcas. Y si discrepara, pese a todo, existe el beneficio superior de la libertad de opinar. la frase-presunta- de Voltaire:”No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla” es cojonuda. No estamos tan distantes, te lo aseguro, aunque tú no hayas dudado en desautorizarme pecando de lo que criticas, la intolerancia del sistema, sus vicios autoritarios y sectarios. En fin, no vino mal discutir. Saludos)