El potencial erótico de las tetas ha estado relegado a un segundo plano, como un complemento en el juego preliminar. No obstante, las terminaciones nerviosas dotan de autonomía sexual a esta zona. Aun sin la carga explosiva del clítoris, la detonación de los pezones -también en los varones- dispara el orgasmo. El área cerebral que registra actividad cuando se pulsan estos botones es idéntica a la que suscita la estimulación de los genitales. La educadora Adina Rivers, fundadora de la web de divulgación My Tiny Secrets, señala cuatro pasos en el camino del placer: apretar y presionar, lamer en círculos durante unos minutos, succionar e intensificar la última acción que conduce al clímax.
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Un polvo mágico saca el conejo de la chistera
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