Amémonos sin tasa ni medida,
puesto que para amar hemos nacido.
Adora mi gorrión cual yo tu nido,
pues sin ellos ¿valdría algo la vida?
Y si aún luego de esta extinguida
fuese posible amar, bien querido,
a gritos pediría el bien perdido
para seguir gozándote todavía.
Gocemos cual lo hizo regiamente
la primera pareja de mortales
bien aconsejados por la serpiente.
Que nos perdieron por amar, se dice.
Blasfemia son dichos tales
que solo a quien no ama satisface.
Pues calla y ama y también, ¡castigo!
Calla y méteme hasta los pendones,
jueces de amor y del amor testigo.
Separa bien los muslos, alma mía,
que quiero bien de cerca ver tu rosa.
¡Oh, suavísimo vello! ¡Oh, rica cosa!
¡Puerta de mi ilusión! ¡Miel! ¡Ambrosía!
Un capricho me llena de alegría;
voy a comerme fruta tan golosa;
me volveré y seré treta graciosa,
pues a tu boca irá mi mercancía.
¡Que me aplasta! ¡Aguarda! ¡Ay, mi pecho!
Jamás tan cerca vi verga tan tiesa.
Mas juro que he de dejarte satisfecho.
¡Miren la permuta!
Él lame en el panal como en barbecho
y ella cree que la verga es una fruta.
Pietro Aretino (1492-1556)