Entre tanta realidad falseada, hay dos programas que de algún modo me han marcado: Las noticias del guiñol, en televisión,y Milenio 3, en la radio. Si bien ya venía predispuesto, el nexo del pensamiento con la conciencia colectiva se hizo vital.
Soy moderadamente escéptico sobre el efecto transformador o integrador de las redes sociales. Observo una tendencia tanto a exagerar los defectos como al aislamiento de personas que se difuminan en la multitud. Y me temo que el humor no ha encontrado su sitio.
Se cree que la realidad cuántica no existe hasta que la miras. Por lo visto, una medición futura del recorrido de un átomo afecta a su pasado. Si el universo físico es en verdad un holograma, ¿cómo sabemos que despertamos de un sueño?
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Después de “poner en valor” mis principios y de establecer una “hoja de ruta” para la “gobernanza” de mi vida, encontré la “centralidad”. He decidido marcar unas “líneas rojas”. Me comprometo a no usar expresiones facilonas. “Apuesto” por el pluralismo dialéctico.
Una nueva especie está al venir. Los androides conocen el camino. El desarrollo tecnológico conectará la personalidad al cerebro artificial, en una civilización robotizada que se burla de la ciencia ficción. A mi avatar le aguarda una vida sentida.
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Aun siendo un ideal que todo el mundo sea cada vez más inteligente, me quedo con la buena gente. Se puede ser lumbrera y al mismo tiempo impertinente. Por motivos personales,antepongo la humanidad a la profesionalidad.
Por mí, los piratas pueden quedarse con el tesoro y hacerle cosquillas a la sirena en la perla con sus garfios. No me asustan los tiburones. Más traicioneras son las medusas que se camuflan en los convencionalismos sociales.
Como estoy soltero, me conduzco solo. Eso tiene sus ventajas y algunos inconvenientes. Sin una plaza de garaje fija, meto la primera en cualquier esquina y uso el freno de mano si rozo una contingencia. La mujer que me aparque será el motor de mi vida.
Que el alcohol embellece no era ningún secreto para mí, porque la borrachera propicia que los ojos engañen a la mente y hasta una escoba resulta atractiva. Yo pierdo el control de otra manera. Me embriago, pero no es el codo lo que empino.
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