El chocolate negro engrasa los mecanismos cerebrales del placer. En paralelo al apetito sexual, la combinación del cacao (masa y manteca) con el azúcar convida a derretirse de gusto. Sin ingredientes lácteos es la leche. Se ha documentado que alegra el estado de ánimo: la dopamina (molécula relacionada con el deseo y la motivación), la feniletilamina (anfetamina, droga natural, del amor) y la serotonina (una hormona que regula conductas y necesidades corporales) transmiten felicidad. Atesora antioxidantes y cafeína, dos elementos que activan la libido. Una investigación de la BBC registra pulsaciones altas y una actividad sensorial equiparable a la de un beso apasionado cuando se funde en la lengua. Otros estudios demuestran que favorece las funciones cognitivas: la atención, la concentración, la velocidad de procesamiento, el razonamiento y la creatividad. Los flavanoles (sustancias químicas) protegen la memoria, descongestionan la circulación sanguínea y bloquean la progresión de la diabetes.
Las mujeres que disfrutan de esta voluptuosa tentación se excitan más, porque su consumo “propicia una estimulación directa de las terminaciones nerviosas”.